¿Sabías que el 80% de nuestras decisiones de compra son tomadas por la parte más emocional y subconsciente de nuestro cerebro?. ¿Y sabes cuánto tardamos en tomar esa decisión?
Dos segundos.
En dos segundos nuestro sistema límbico ha decidido qué paquete de galletas debemos comprar, qué colonia vamos a usar o qué vino vamos a probar, y en ningún momento ha habido un proceso racional en esa acción, todo ha sido puramente emocional.
Son muchas las empresas que se han dado cuenta que para llegar al consumidor hay que hacerlos conectar con sus emociones y con la parte más instintiva de su cerebro, ya que cada vez nos enfrentamos a una mayor competencia entre marcas y el número de estímulos visuales que procesamos a lo largo del día se ha vuelto casi incalculable. No es extraño pues, que algunas empresas hayan querido dar un paso más, y con ello dar paso a una nueva disciplina, fruto de una sociedad sobreestimulada, de cambios constantes y fidelidad efímera, el neuromarketing.
El neuromarketing es una disciplina que investiga y estudia los procesos cerebrales que explican la conducta y toma de decisiones de los consumidores.
Con un diseño adecuado, el neuromarketing puede informar de qué está pasando en el cerebro de un cliente ante los estímulos que recibe, brindando así un campo de estudio mucho más potente del que podía suministrar el marketing tradicional.
Al aplicar nuevas metodologías de investigación, junto a los avances que surgen en la neuropsicología y las neurociencias, el neuromarketing facilita la comprensión del porqué ocurren ciertos comportamientos en nuestros consumidores. Mediante el conocimiento de los mecanismos por los que tomamos decisiones, el cómo procesamos la información a nivel atencional y perceptivo, el estudio de la memoria con especial atención a la capacidad de retención, etc. esta disciplina ha podido responder con un mayor grado de certeza a muchas de las preguntas que siempre nos hicimos y hasta hoy no pudimos responder.
Es innegable que desde que esta disciplina empezó a desarrollarse, a inicios de los 90, hasta la actualidad, las cosas han cambiado sustancialmente. Con la ayuda de la tecnología que crece a pasos agigantados y consecuentemente con los nuevos descubrimientos que surgen del funcionamiento del cerebro, las estrategias de comunicación han registrado una evolución inimaginable años atrás.
Estos avances han planteado un verdadero reto para las empresas, ya que se ha producido un cambio de paradigma: La comunicación ya no puede ser entendida como un proceso que empieza en una empresa y termina en un cliente o viceversa, sino que deberá entenderse como un proceso cíclico y dinámico donde cada detalle cuenta, y no basta con una buena campaña impactante sino que habrá que romper moldes y buscar dejar una huella imborrable que conecte al consumidor con la marca a modo de cordón umbilical.